El Madrid más coral reconquista la Liga
Los
blancos se apuntan su 33º título tras ganar en Málaga con autoridad. La
solvencia y regularidad de una plantilla bien manejada por Zidane,
claves para recuperar un trono que se le resistía en los últimos años
En contra de su reciente historia, nadie hizo más por esta Liga que
el Real Madrid. Y nadie mereció más el título que este campeón con
mayúsculas que remachó en Málaga su 33º trofeo. No fue el equipo más
goleador ni el menos goleado, pero no hubo quien fuera más sólido y
regular. Sobre todo, nadie explotó tanto y tan bien los recursos, que en
este Madrid han parecido infinitos. Si el Barça se limitó a su trío
atacante, el Real fue mucho más que Cristiano, incluso que el desatado
Cristiano de los últimos meses. Los azulgrana se quedaron en Messi; el
Madrid fue mucho más allá que su icono. Hubo momentos recreativos para
todos, como acentúa el hecho de que hasta 19 futbolistas de la plantilla
marcaran al menos un gol durante el campeonato (solo Carvajal y
Coentrao se quedaron secos). O que Casilla sostuviera con solvencia la
portería al inicio del curso y en el tramo final Keylor volviera a ser
el Keylor que se encumbró la temporada anterior. Cuando Zidane ha pasado
revista, todos han estado al frente. Incluso tras el azote del clásico
del Bernabéu, del que salió como un tiro.
Con Zidane al mando se ha visto un equipo coral, tan de nachos como de cristianos.
En un club con apego a las luces de neón veraniegas, no ha habido un
relato más triunfal que el de un colectivo que ha estado por encima de
los egómetros. En un deporte en el que los pavos reales son
manada no se adivina fácil la gestión mosquetera de Zidane, lo que
subraya su valía como tutor en este mundo espumoso de las celebridades.
Lo fue Zizou, con horas de vuelo suficientes como para saber que en
entidades de tanta hidalguía el diván es tan capital o más que la
pizarra. No conviene desdeñar esa cualidad del preparador galo, para
contrariedad de alguno de sus predecesores con más gusto por la
pirotecnia que por los concilios.A Málaga no se va por Tenerife y este Madrid no fue el de aquellos
sonados batacazos de los noventa. Esta vez no hubo cenizas y a los dos
minutos Cristiano, cómo no, ya tenía a un meñique su segunda Liga en
ocho temporadas con los blancos. Un síntoma de lo mucho que se le ha
resistido este entorchado al Real, hasta La Rosaleda ganador de una de
las últimas ocho. Un dato desconcertante por la propia historia del club
y porque desde que empezó el siglo entre madridistas y barcelonistas
solo han dejado escapar cuatro Ligas. Tras 86 ediciones se han barajado
entre Madrid y Barça el 66,2%.
Este año, el nuevo Cristiano que se administra como ariete no estaba
por otra espantada. Lesionado en la final de la Eurocopa del pasado mes
de julio, aceptó entrar en la agenda de libranzas de Zidane y ha llegado
a los exámenes finales a punto de abrochar el curso de su vida:
Campeonato de Europa de selecciones, Supercopa europea, Liga y...
¿Champions? Para todo ello no ha precisado ni tantos minutos ni tantos
goles como antes de aceptar la mutación.En feudo malacitano apareció el CR de gol clínico. No se demoró y en
un parpadeo hizo bingo tras una pifia de Luis Hernández que favoreció la
estupenda asistencia de Isco. Un gol para sacudir fantasmas, despejar
brujas tinerfeñas y evitar cualquier posible tiritona. En realidad no
había motivos. Al Real Madrid le bastaban 55 de los 59 resultados
cosechados desde que arrancara el 9 de agosto en la Supercopa europea
con el Sevilla. Por si fuera poco, el Barça descarrilaba con el Eibar.
Con el tanto de CR, el asunto fue cosa de los volantes. Kroos, Modric
e Isco gobernaron el juego con tanta calma como pericia. Se trataba de
que menguara el tiempo, no de descamisarse de forma innecesaria. Bien
con la pelota en los pies, al Madrid solo le faltó algo de fórceps sin
ella. Sandro, el mejor de este Málaga resucitado de forma sobresaliente
por Míchel, apuró a Keylor en alguna ocasión. Y le llevó al límite en
una falta salvada de forma magnífica por el costarricense. El meta voló
hacia la escuadra de su derecha y metió un guante imposible, más que
milagroso. En el aterrizaje se estrelló con el poste. Un paradón a la
altura del cierre de campaña de este gran portero.
Descorchado el Málaga, el Madrid solo requería paciencia. La tuvo y
Benzema, después de un desvío de Kemeni a un remate de Sergio Ramos,
selló el segundo gol visitante poco antes de que el Eibar también
embocara en el Camp Nou. En una noche que podía deparar emociones, dado
que el fútbol tiene tantos guiños inopinados, no hubo trama alguna. El
Madrid no vaciló y por sexta vez se anotó el título en la última
jornada, como en la 31-32, 64-65, 71-72, 79-80, 02-03 y 06-07. Sin
angustias, en la Costa del Sol tuvo tiempo para todo, incluida la
ovación de la hinchada local par su paisano Isco, otro de los puntales
madridistas. Quizá nadie como el malagueño ha simbolizado el chute de
optimismo general en la caseta. Este Isco nada ha tenido que ver con el
Isco deprimido y desasosegado de sus inicios por Chamartín. Con Zidane
los tiempos han cambiado: de solistas a gregarios de lujo. O lo que es
lo mismo: la Liga. Un torneo de larga duración que exige equipos A, B,
mixtos y lo que cuadre. En este Real nadie fue más que nadie y todos
fueron mucho, mucho. Por eso la Liga fue para el mejor: el orfeón
madridista.
http://deportes.elpais.com/deportes/2017/05/21/actualidad/1495382169_798020.html
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